Al hablar de un ambiente integrador se corre siempre el riesgo de banalizar, simplificar o reducir un concepto que encierra una gran complejidad y múltiples matices e implicaciones. Este trabajo presenta una experiencia, llena de lirismo e imaginación, que aporta interesantes pistas para la reflexión sobre la relevancia de construir colectivamente en nuestras escuelas y clases un ambiente integrador o contexto significativo que favorezca el desarrollo unitario de diversas actividades y vivencias, aspecto básico para estimular el desarrollo integral del alumnado
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