El desarrollo exponencial que está experimentando la Red y su penetración en el sistema educativo, como herramienta de exploración de datos e instrumento de apropiación de saberes, ofrece a los profesores en general, y a los de Ciencias Sociales, Geografía e Historia en particular, un inmenso depósito de información cuya acumulación cuantitativa no podrá dejar de operar transformaciones cualitativas en el propio proceso de aprendizaje: la búsqueda autónoma de fuentes diversas, la interactividad, el diseño de itinerarios personalizados para la aprehensión de los conocimientos concorde a los intereses específicos de cada alumno, la autoevaluación... no van a dejar indemne la actual estructura (con demasiada frecuencia todavía unidireccional y jerárquica) del proceso educativo. En estos momentos existen tres grandes áreas de actuación para aplicar los principios de este nuevo paradigma a una más eficaz pedagogía de la Historia:
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