Cuando un profesor entra hoy en un aula de ordenadores multimedia puede reaccionar de modo lógico pensando: "Qué bien se lo pasan estos alumnos" o su reacción puede ser: "Qué tranquilos están, así da gusto". Si es un profesional exigente pensará que dedicar tantas horas a "jugar" con el ordenador es un derroche de tiempo que impide que los alumnos adquieran otros conocimientos que son fundamentales a su edad. Efectivamente, cuando una persona entra en un aula de ordenadores la impresión primera puede ser esa. De todas formas, cuando se trata del aula de un centro integrado en el Proyecto Grimm, la reacción debe ser totalmente distinta. Los alumnos no van a "jugar" al ordenador, sino que van a aprender utilizando un medio como otro cualquiera. Para que un alumno llegue a entrar en el aula y utilizar un programa informático cualquiera, antes ha habido un proceso previo del maestro que, como buen profesional de la educación, ha programado esa actividad dentro de una unidad didáctica concreta de su diseño curricular. Este trabajo es lo que "no se ve" pero que debe estar presente para que la multimedia sea realmente un instrumento eficaz en el proceso de enseñanza-aprendizaje. Si no hay un estudio preliminar del programa y una adecuada integración del mismo en el currículo, el uso de ordenador se convierte en una herramienta puramente lúdica y una pérdida de tiempo para nosotros y nuestro alumnos.
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