Resumen: En el presente artículo presentamos la Dispraxia, término utilizado en los
países anglosajones, francófonos y latinoamericanos. Además, el artículo intenta
mostrarnos claves prácticas para su identificación y nos aconseja que tareas realizar en
cada momento teniendo en cuenta la edad cronológica del niño.
Introducción
¿Qué es la dispráxia?
Etimológicamente la palabra praxia proviene del griego “Pratto”. En el
diccionario de la Real Academia Española “praxis” viene definida como práctica, en
oposición a la teoría. Jean Piaget define las praxias como un conjunto de movimientos
que se realizan para alcanzar un resultado o intención. Cada praxia se construye en
relación con un aprendizaje. Por otra parte, la partícula procedente del latín “dis”
significa negación o contrariedad.
Podemos diferenciar el significado de dos terminologías, la palabra apraxia y la
dispraxia. El término apraxia hace referencia a la pérdida de una secuencia de actos que
en un momento adquirió, por otra parte la palabra dispraxia hace referencia a la
imposibilidad de adquirir la construcción de un acto. En el plano clínico, se trata de
niños que son incapaces de llevar a término determinadas secuencias gestuales, o que
las realizan con extrema torpeza” (De Ajuriaguerra J.,1969).
En este artículo expondremos qué entendemos por dispraxia.
Seguro que alguna vez hemos conocido a algún escolar que ha tenido problemas
para atarse los cordones de los zapatos, abrocharse los botones de la camisa, coger
correctamente un lápiz o bolígrafo, escribir con letra legible, etc., estos síntomas son
propios de una dispraxia.
La dispraxia es en general un trastorno de los movimientos motóricos y puede
afectar incluso al habla. Como en todos los trastornos, no todos los niños que padecen
la dispraxia tienen la misma gravedad.
No es consecuencia ni de un retraso mental (RM), ni de una parálisis cerebral
(PC) pero sí que algunas ocasiones otros trastornos primarios (RM y PC) pueden
acompañar dicho problema.
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