Después de un breve, pero significativo recorrido por la historia de la orientación profesional, se nos plantean dos ideas claves en estas reflexiones. De una parte, el de plantear la orientación profesional como algo liberador y crítico y de otra, el de desarrollar la idea de una orientación profesional integrada en el currículum ordinario, alejada de la vieja idea de la orientación profesional como algo que compete sólo al experto, en este caso los orientadores de los centros. En la parte final del trabajo, reseña algunas estrategias para llegar al modelo que preconiza.
No tiene sentido, decía uno de mis amigos, reflexionar sobre los zapatos. A mí, sin embargo, siempre me ha gustado mirarlos y reflexionar sobre ellos... Quizás el destino me haya dado esa convicción. Gran parte de mi infancia la he pasado en la cocina de un sótano... De manera que cuando miraba por la ventana, en lugar de ver como los niños de una educación superior la cabeza y el cuerpo de la gente, veía su base...
(H.G. Wels, 1970:5).
En los últimos años vuelve a estar de moda o tomar ímpetu la orientación profesional (OP). Los profesionales de este campo nos mostramos optimistas ante la aceptación e importancia que adquieren estos servicios y espacios de estudio. Sin embargo, desde concepciones educativas humanistas, progresistas y críticas, hemos de ponernos en guardia; pues, este resurgimiento, ese interés por la aplicación de programas o actuaciones orientadoras en el ámbito profesional tiene, a menudo, un trasfondo economicista conservador (regresivo) en la concepción de la educación y del papel que la escuela, las enseñanzas obligatorias y el sistema educativo han de desempeñar en la sociedad actual; ya que su propósito fundamental es, para ciertos sectores socioeconómicos, aprovechar los .recursos humanos, o más claramente, preparar individuos maleables, adaptables, reconvertibles y “reciclables”, a fin de adecuarlos fácilmente a las necesidades económico productivas de la era de la robótica y la telemática. Necesidades que, dicho sea de paso, nadie parece tener claro o, al menos, no se explicitan públicamente, pero que postulan un alto grado de adaptabilidad, de conformismo y de “fe” individual y colectiva en los nuevos dioses de la postmodernidad: el Mercado y los “Chips”
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