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En 1933, Hitler conseguía la ascensión al poder por vías totalmente legales; para ello se sirvió de las frustraciones de los alemanes para presentarse como el único capaz de reparar esas insatisfacciones. Pero pronto convertiría a la República en un régimen totalitario. Desde el punto de vista político, asumió todo el poder, acabó con la oposición (tanto la exterior como la del propio partido) y convirtió Alemania en un estado unitario y centralizado. En cuanto a la política social, se basó en el racismo o jerarquía de razas; los judíos fueron especialmente perseguidos. Para alcanzar este poder (y posteriormente mantenerlo), Hitler utilizó la información, a la que transformó en propaganda. Unas semanas después de la ascensión de Hitler al gobierno se creaba el Ministerio de Propaganda, dirigido por Goebbels. En este contexto cobran importancia la figura de dos personajes. Max Amann y Wilhelm Weiss, presidente de la Asociación de Prensa y director del Völkischer Beobachter.
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