La revolución educativa que México necesita tiene que empezar por un cambio en su sistema de financiamiento. El problema financiero es el punto clave para garantizar que el sistema funcione adecuadamente o se pervierta. No podemos seguir pensando que basta dedicar más dinero a la educación para lograr la calidad deseada. Tampoco se puede oscurecer la discusión asociándola con el problema de la gratuidad. Subsidios,
propiedad gubernamental o privada, control estatal o autonomía, masificación o elitización y gratuidad son variables independientes y así deben ser tratadas.
Por el momento, el tema de este documento se centra en demostrar lo inadecuado del sistema de subsidio directo a las escuelas y universidades. Intentamos demostrar que si una escuela o universidad recibe los recursos directamente de la mano del gobierno, ésta deja de cumplir automáticamente los fines que se proponía, penetrando a ambientes de simulación. Por tal motivo, proponemos un nuevo esquema de financiamiento a la educación que no implique el subsidio a la oferta. Y demostraremos que este nuevo esquema produce mejor calidad, un uso más eficiente de los recursos y mejores sueldos y salarios para la gente que se dedica a ala educación.
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