Los que nos dedicamos a estudiar la relación entre comunicación y educación siempre nos encontramos en problemas. Esto se debe a que incursionamos en un campo de estudio bastante pantanoso por contener múltiples aristas y por poder ser analizado desde las más diversas ópticas y enfoques. A manera de calidoscopio, todo depende del ángulo desde donde se le mire.
Si brindamos una mirada a la televisión y, de paso a las nuevas tecnologías, desde la educación formal, podemos iniciar con la polémica que aún existe sobre la contraposición que se realiza entre televisión educativa y televisión comercial; una preocupación originada desde hace varias décadas y que trata de marcar una diferencia sustantiva entre ambas. Muchos consideran lo anterior como un falso dilema, porque toda la programación televisiva es educativa, si consideramos este término desde una perspectiva amplia, que tiene que ver con la formación de las personas y con las estructuras de significación que circulan en la sociedad.
Una cosa es que la intencionalidad del emisor no se centre en la educación, sino en el entretenimiento y en la información, y otra que no contenga efectos educativos en los receptores. Voy a tratar de argumentarlo anterior.
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