Aceptar la tarea de escribir un artículo acerca de la educación musical en la enseñanza básica representó todo un reto. A la dificultad natural de abordar cualquier tema de manera coherente en unas cuantas páginas, se suman aquí varios factores. Hay que reconocer, de entrada, que la educación musical generalizada, es decir, la que se da o tendría que darse en los jardines de niños, las primarias y las secundarias, es inexistente, salvo excepciones, algunas honrosas, la mayoría no tanto, casi siempre en el sector privado. Por ello, tal vez la mejor manera de dar cuenta de lo que sucede en nuestras escuelas en materia musical, sería entregar una hoja en blanco, sin más explicaciones. Por otro lado, y anteponiendo el principio de placer al principio de realidad, es decir, eludiendo la responsabilidad de discutir las posibilidades, si no las realidades, de una educación musical generalizada, me parece improductivo y vano el esfuerzo de escribir sólo para decir que todo está mal.
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