Corre el rumor de que el medioambientalismo podría ser simplemente otra moda, consecuencia lógica del trabajo de los relaciones públicas y economistas en los despachos de los políticos. Por muy estrecha que pueda ser esta visión, representa no obstante un peligro, dado que el medio ambiente se contempla estrictamente como una cuestión aparte, y no está integrado en cada una de las tomas de decisión política, y tampoco se cae en la cuenta de que, a largo plazo, se convierte en un modo de ser.
Con estas palabras prologaba Warren H. Linder, por entonces director ejecutivo del Centro para Nuestro Futuro Común, la Guía de Acción Joven sobre Desarrollo Sostenible publicada por AIESEC en 1990. Diez años más tarde, no nos cabe ninguna duda de que el desarrollo de los países, si persigue ser sostenible, debe permitir a la generación actual satisfacer sus necesidades sin perjudicar la capacidad de las generaciones futuras para satisfacer las suyas. Por ello, como en numerosas ocasiones ha declarado la Dra. Gro Harlem Brundtland, debemos admitir que medio ambiente y desarrollo son inseparables.
En este nuevo contexto, resulta oportuno preguntarse por la situación de América Latina y el Caribe en cuanto a los esfuerzos realizados por integrar medio ambiente y desarrollo. Así, en el presente artículo, nuestro objetivo consiste en presentar algunos datos de interés para acabar apuntando las principales líneas de acción que los países de la región están iniciando.
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