Tras años de debate sobre la convergencia, de pugnas entre TDF y France Télécom, de leyes y organismos cambiantes, no aparece una orientación clara. Pero una rica experiencia permite sobrepasar la problemática habitual de la convergencia.
La cuestión de la convergencia del audiovisual y de las telecomunicaciones lleva mucho tiempo debatiéndose en Francia. En el origen de estos debates hay, sin duda, una tradición antigua de investigaciones técnicas, tanto por parte de la televisión como por parte de las telecomunicaciones. Pero las estrategias industriales han sacado el tema fuera de los laboratorios.
El reparto de papeles entre lo privado y lo público en la televisión ha dado una nueva autonomía a la actividad del transporte de la señal sobre la cual se encuentran los explotadores de redes, salidos del audiovisual o de las telecomunicaciones. Es, sobre todo, el dinamismo del operador de telecomunicación nacional: la Dirección General de Telecomunicaciones, rebautizada France‑Télécom, quien ha dado cuerpo a la convergencia, especialmente en el momento del lanzamiento del plan cable que ambicionaba realizar una red de fibras ópticas para cubrir todo el país.
Esta agitación, cuya cualidad principal no ha sido siempre la coherencia, ha contribuido, paradójicamente, a que surgieran actores, hasta ahora ajenos a los dos dominios, llegados, por ejemplo, de la publicidad (Havas, en Canal Plus) o de la distribución de aguas (operadores del cable). Igualmente France Télécom, en la que la estrategia parecía rigurosamente planificada, se ha aproximado al comportamiento, más oportunista, de una empresa privada, sin por ello liberarse de las orientaciones cambiantes de su tutela política.
El audiovisual no es ya para esta entidad una posición como otra cualquiera en la que situarse apoyándose sobre su oficio de origen, operador de red. A pesar de las fuertes posiciones de monopolio de hecho, si no de derecho, una incertidumbre persiste sobre el futuro de la coherencia de las redes de telecomunicación francesa y sobre el paralelo del operador principal dividido entre las filiales y la casa central.
¿Vamos hacia una red completamente unificada en donde dos redes parcialmente concurrentes van a surgir tras un estallido o se desarrollarán las tentativas, hoy marginales, de redes especializadas? El derecho francés tiene ciertas dificultades en seguir las transformaciones del sector, en hacer la división entre lo coyuntural y lo fundamental. Las opciones cambian según las mayorías políticas, tanto más por cuanto que el audiovisual es un tema querido por la prensa y la opinión pública, mientras que los lazos son muy estrechos entre la tutela ministerial y France Télécom. Después de un período de convergencia en el derecho, hoy la situación está más matizada. Parecería que dos derechos distintos se ponen en marcha: uno sobre las redes portadoras, el otro sobre los contenidos. Pero esta nueva coherencia bien podría no resistir al importante desarrollo de la telemática y los servicios que la acompañan.
De este modo la cuestión de la convergencia es abundantemente debatida en Francia en los medios técnicos, industriales o políticos. Pero más que un movimiento límpido y lineal, la observación del terreno revela una serie de avances, de retrocesos después, de atajos, sin que sea posible, hoy, señalar una dirección claramente definida. Es por lo que este artículo aparece más como un collage, presentando la cuestión a partir de varias entradas sucesivas que como una demostración
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