El aliento africano que por diezma indígena y fuerza española vino a América, no perdió su raíz a pesar del cruel desmembramiento geográfico y la azarosa carga ideológica europea que lo acogotaba.
Africa y su gente se las arreglaron para mantener su altivez y dignidad, sus costumbres y creencias, las cuales fueron pasando inadvertidas para el esclavista, fueron arropando el ambiente, haciéndose densa y poblando de ritmo y resistencia, color y corazón a la recién mancillada América.
|