Nuestro sistema educativo venezolano, al igual que el de cualquier otro país, dependiendo del ángulo desde donde se mire, ciertamente presenta experiencias pedagógicas altamente positivas pero también muchas lagunas, entre otras, horizontes poco definidos, políticas educativas altamente cambiantes con cada gobierno de turno, falta de un verdadero proyecto educativo de Estado, sensación de frustración y pesimismo por parte de diferentes actores del hecho educativo ante una reforma que no termina de materializarse.
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