El mayor obstáculo para el análisis de las transformaciones de la cultura y la
educación a través de las innovaciones tecnológicas reside hoy en el reinado casi
omnipotente del pensamiento utópico:
-La utopía ha sido un género literario largamente cultivado en la historia. Utilizado unas
veces por los oprimidos como arma de rebelión y otras por el poder -sin que falten las
mixturas entre ambos- empleaba generalmente una evacuación del presente a través de un tiempo y/o un espacio ficticios y generalmente aislados que permitían desarrollar un nuevo proyecto social. La imaginación de ese plan ficcional estaba así puesta al servicio de una ideología, en un contexto de conflictos y luchas, con diferentes mezclas entre lo público y lo privado, el interés individual y el colectivo, la igualdad y la libertad. La comunicación y la educación ocuparon generalmente un papel protagonista en esos proyectos de futuro/presente, con frecuentes sacrificios de la libertad al control, de la igualdad al orden, de la verdad a la armonía social. En la comunicación dominaban los ideales de transparencia, de circulación, de autoregulación, de control (Oliveri, 1996) ; en la educación la perfección, era frecuente fuente de confusión entre verdad y mantenimiento de la sociedad” (Baille, 2000 ). El modelo del panóptico de Bentham, útil para vigilar la comunicación de los presos o para recuperar funcionalmente a los escolares díscolos, sintetiza a la perfección la dualidad de algunos de estos discursos.
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