Suele pensarse que la educación superior es un proceso mediante el que se desarrolla de forma más plena el potencial de los individuos capaces, sin embargo, también puede considerarse como un proceso por el que se somete al alumnado con determinados fines. Uno de estos fines consiste en producir un alumnado "bueno" o dócil y útil. El análisis foucaultiano de la universidad como conjunto disciplinario, como institución saturada de relaciones de poder, indica cómo se disciplina a los alumnos tanto mediante las tecnologías de dominación, que se originan en la institución, como por las del yo. Estas últimas están constituidas por las prácticas que adoptan los mismos alumnos, que los convierten en buenos estudiantes, en detrimento, a veces, de otros intereses. No obstante, como las relaciones de poder sólo están presentes entre los "sujetos actores", siempre hay posibilidades de oposición y de lucha contra las tendencias normalizadoras de la universidad para conseguir otras formas de subjetividad estudiantil, más satisfactorias.
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