Este artículo se basa en las nuevas investigaciones científicas sociales para elaborar un marco de referencia para comprender los problemas del género en la educación de los chicos. El género se estructura en unos contextos institucionales y culturales que producen múltiples formas de masculinidad. Normalmente, una forma predomina sobre las demás. Las escuelas desempeñan un papel activo en la formación de las distintas formas de masculinidad. Por regla general, los regímenes de género de las escuelas refuerzan la dicotomía de género, si bien algunas prácticas reducen las diferencias de género. Las prácticas masculinizantes se concentran en determinadas circunstancias: divisiones curriculares, sistemas de disciplina y deportes. Los alumnos también son agentes de la construcción de la masculinidad. Por regla general, las culturas de los alumnos enfatizan las relaciones heterosexuales y establecen jerarquías de género. Los chicos adoptan de distintas maneras la propuesta del privilegio del género, desde la afirmación de la masculinidad hasta el antisexismo. Los objetivos del trabajo educativo con los chicos consisten en procurar el conocimiento, mejorar las relaciones y aspirar a la justicia. Los programas pueden ser específicos de género o relevantes para el género. Los métodos más corrientes han sido los de experiencia, pero son proclives a la desorganización; se están estudiando otros métodos. Los principales grupos que configuran el proceso de cambio -los alumnos, sus padres, sus profesores y los movimientos sociales tienen intereses divergentes; sin embargo, es probable que su interacción más las presiones del mundo exterior provoquen una atención educativa cada vez mayor a las cuestiones relativas a los chicos y la masculinidad.
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