De esta escasa confianza en el argumento en cuestión parece responsable, entre otros, el actual distanciamiento le la \\\"cultura del trabajo\\\" del desarrollo ordinario de la actividad educativo-didáctica, en un sistema escolar hasta la fecha presente centralizado y marcado por rígidas canalizaciones curriculares, con setenta años de antigüedad.
El planteamiento fundamental desde el punto de vista del contenido y de la transmisión de la enseñanza superior; el retraso y/o la dificultad de la enseñanza post-obligatoria para tomar en consideración los factores emocionales unidos al aprendizaje; la rápida identificación de las capacidades del individuo con los resultados obtenidos por medio de su aprovechamiento, ofrecen gran resistencia a la aceptación de una concepción de la experiencia escolar como ocasión y momento no sólo de adquisición de conocimientos, sino también de búsqueda y de descubrimiento de la identidad personal, de un hacer escuela, en resumen, en términos de experiencia orientadora.
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