A finales del siglo XX las instituciones educativas, después de muchas reformas, siguen sin resolver aún el reto de atender los cambios sociales, productivos y educativos que reclama la sociedad de la información y la tecnología. El peso de la inercia y los contradictorios intereses que confluyen sobre las instituciones educativas hacen que las múltiples reformas abordadas se queden en algo anecdótico y testimonial. Es necesario superar la lógica disciplinar y abordar la acción educativa desde una perspectiva interdisciplinar, holística, heterogénea y crítica que permita compaginar lo concreto con lo abstracto, lo singular y particular con lo general, lo simple con lo complejo, lo divergente con lo convergente, lo individual y lo colectivo...
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