Los materiales curriculares -y especialmente el libro de texto- cumplen una función mediadora entre la enseñanza y el aprendizaje. Esta función puede constituir una ayuda para desarrollar el proyecto docente del profesorado pero también puede suceder que el material se convierta en el proyecto, y el profesorado se ponga a su servicio. Para evitar lo segundo y convertir los materiales curriculares en un recurso útil y adecuado se requiere que el profesorado los evalúe para tomar decisiones más fundamentadas respecto a su uso en el día a día del aula. En esta evaluación hay que contemplar, entre otros aspectos, las intenciones del material y los elementos facilitadores del aprendizaje que incluye.
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