En la actualidad, las leyes y estatutos universitarios apuntan a que el rol de la universidad pasa, principalmente, por constituirse en una entidad de servicio a la sociedad, esto con el desarrollo de la ciencia y su transmisión, la preparación para el ejercicio profesional, la difusión del conocimiento y la formación a lo largo de toda la vida, entre otras. Todo esto en un marco de docencia de alta calidad y acorde con los desarrollos científicos y tecnológicos.
Estos mandatos sociales dan cuenta de la estrecha relación del quehacer docente con el entorno al que se debe, así las cosas, resulta un imperativo la concordancia entre el ejercicio pedagógico universitario y las necesidades de la sociedad actual. Sociedad que está caracterizada por la llamada “Era de las Tecnologías de Información y Comunicación (TIC)”.
No es posible pensar, entonces, que la docencia universitaria esté ajena a la implementación de las TIC en cada uno de sus ámbitos de acción, no sólo en la enseñanza del uso de éstas, sino también en la adopción de los modelos tecnológicos e informáticos como herramientas en las que se apoya (y cada vez más) la relación docente-alumno y enseñanza-aprendizaje.
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