De las diferentes definiciones y pos¡cionamientos querríamos destacar aquí, como punto de partida necesario a la intervención educativa que queremos tratar, dos aspectos del ocio que son esenciales y complementarios: el ocio como tiempo y el ocio como actividad.
Siempre se ha intentado categorizar el tiempo. "Hay un tiempo para vivir y un tiempo para morir, un tiempo para reír y un tiempo para llorar...". También podríamos decir que hay un tiempo para el trabajo y un tiempo para el no trabajo; un tiempo dedicado a las obligaciones laborales, familiares o sociales, y un tiempo dedicado a los propios intereses personales. Pero este tiempo no se da de manera fragmentada, perceptible, mensurable. El tiempo es un continuo, un conjunto de momentos de de mayor o menor opcionalidad dedicados a actividades que responden al mismo tiempo a diferentes intereses y obligaciones. La primera condición del ocio como tiempo, la dimensión objetiva, es un nivel elevado de opcionalidad en las relaciones, las actividades, los espacios. Lo que hemos convenido en llamar "ocio" se da en el marco de lo que llamamos tiempo libre o tiempo opcional.
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