En los últimos años, particularmente a partir del decenio de los años noventa, pero con especial intensidad con el cambio de siglo, la Educación Comparada continúa resultando objeto de intensos debates, consiguiendo con ello no sustraerse del inevitable `efecto del milenio´. Buena parte de estas discusiones giran en torno a una pléyade de aspectos y tópicos de análisis, pero deseo aquí hacer referencia a uno de los que, a mi parecer, se erigen como uno de los más apasionados por cuanto despiertan posturas que consiguen subjetivar de manera patente el compromiso académico y científico: me refiero, en definitiva, al sentido, o `rumbo´, como se ha sostenido utilizando una metáfora muy acertada (Cowen, 2000), que tanto las teorías como las metodologías de la Educación Comparada acreditan en el filo del ya rememorado milenio.
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