La realización de traducciones entre el idioma objeto de aprendizaje y la lengua materna suele considerarse habitualmente como un recurso poco recomendable en la enseñanza de idiomas, pues dificulta en el estudiante el desarrollo de la capacidad de pensamiento directamente en el idioma objetivo. Sin embargo, la traducción puede tener una capacidad motivadora muy alta: ¿quién no ha deseado poder entender lo que dice la letra de una canción, o escribir una carta a un amigo extranjero en su propio idioma? Esta motivación se incrementa si nos referimos a entornos profesionales, donde el deseo de poder comunicarnos lo antes posible en el idioma objetivo es lo que mueve al aprendizaje. En este artículo se va a proponer una forma de emplear la traducción que aproveche e intensifique la motivación original de los estudiantes, sin menoscabar la calidad del aprendizaje.
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