Bélgica es un país curioso. Creado artificialmente en 1830, después de los grandes conflictos europeos, ha intentado forjarse una identidad a la que ha contribuído su monarquía emprendedora y dos guerras. Lo "belga" existe, yo lo he comprobado.
Los conflictos de orden lingüístico, económico e ideológico, que ha sufrido a lo largo de su historia, no han conseguido desmembrarla, y ha acabado siendo, desde 1980, un conjunto de diferentes comunidades: francesa, flamenca y germano-hablante; y de muchas regiones: la valona, la flamenca y la de Bruselas. Estas regiones y comunidades han conseguido del Estado Central determinadas "competencias". La enseñanza ha sido una de ellas; la más importante. Por momentos parece un puzzle complicado. Pero vienen observadores de países del Este, con el fin de implantar este sistema en las nacientes democracias, porque respeta las particularidades étnicas y regionales.
¿Cómo se presenta en este contexto la pedagogía de Freinet, en Bélgica?
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