Dos niños pequeños, de la misma edad, crecen en ambientes diferentes. Viven los dos en apartamentos más bien pequeños. Uno tiene la suerte de poderse mover libremente por la casa, porque debajo de su apartamento están los garages-, el otro ve coartada todas
sus iniciativas porque los vecinos del piso de abajo se :pueden quejar, y tal vez con razón. Pero también si pudiera moverse libremente por el apartamento, correría el riesgo de ocasionar continuos desastres, porque todo el espacio de la vivienda está ocupado por muebles y objetos frágiles, no valiosos desde el punto de vista comercial, pero sí muy apreciados por los adultos de esa familia. Las experiencias de exploración de este
niño son siempre arriesgadas: riesgo de hacer destrozos y hacerse daño, o de infringir continuamente las leyes a las que está continuamente sometido (como una red tupida) aquel lugar. El otro niño tiene más posibilidades de explorar. Los daños que él también
hace se puede, casi siempre, remediar, y tiene la oportunidad de observar que se remedian. Al contrario, los daños de su coetáneo tienen la característica de ser irremediables.
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