En estos últimos años, dos problemas han acaparado la atención de los adeptos al trabajo que se encargan del colegio, y en general, de la educación.
Uno, de naturaleza, por así llamarla estructural, relacionado con la política escolar, puede asumirse un poco de forma esquemática, en la pregunta de si puede darse alguna forma de colaboración entre las instituciones escolares y el mundo empresarial, y cuánto y en qué modo. El otro, de naturaleza más cultural, legado al enorme cambio que están produciendo las nuevas tecnologías en el campo de la información y la comunicación, asimismo su difusión a nivel de masas (se observa en el boom de ventas de los ordenadores personales dirigidos hacia la comunicación multimedia) puede ser explícita a la pregunta de si el colegio, en estos tiempos, puede utilizar instrumentos sofisticados que estén adaptados a unos objetivos; una época, un ámbito y unos objetivos.
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