Hace ya tres años que está en funcionamiento una nueva experiencia educativa, una escuela para niños y niñas de 3 a 12 años, que se define a sí misma como escuela viva. Una escuela que parte de la convicción de que lo que debe ser la experiencia educativa no puede desvincularse de lo que ya está presente en toda criatura humana como ser vivo: su deseo de crecer, su curiosidad innata, su necesidad de relación. El Roure se plantea como un espacio vital de relación y de experiencia, pero también un espacio humano (a la medida de lo humano y con las cualidades más apreciadas de lo humano), en el que las necesidades, impulsos, deseos de cada niña y de cada niño puedan ser escuchados. Y esos supone transformar muchas de las estructuras, organizaciones, principios y pautas bajo las que se suelen mover las escuelas convencionales.
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