(Buenos Aires)
La vejez de nuestros padres golpea a nuestra puerta cuando todavía
necesitamos mucha energía para ocuparnos de nuestros hijos y también de
nosotros mismos. Es entonces cuando tenemos que acompañarlos al médico, buscar
un geriátrico porque no pueden valerse por sí mismos, ayudarlos a tomar
decisiones respecto de su salud, consolarlos por la muerte de sus pares o
ayudarlos económicamente. En medio de tanta incertidumbre y tanta presión desde
distintos frentes, una pregunta nos quita el sueño: “¿Cómo quiero que sea mi
propia vejez?”
Graciela Zarebski, una reconocida especialista en los
temas del envejecer, aporta su mirada lúcida y práctica para que la vejez de
nuestros padres nos permita repensar el modo en que vivimos hoy y crear un
envejecimiento a la medida de nuestros deseos. Con un lenguaje accesible, la
autora analiza las situaciones de la vida cotidiana que se presentan en la
mediana edad y que serán el puntapié inicial de nuestro camino hacia un
envejecer sano y feliz.
Un fragmento:
Buenos y malos vínculos
Las relaciones simbióticas de toda la vida, “pegoteadas” entre padres e
hijos, no son el único caso de lazos complejos con los padres mayores.
El cuidado o sostén pone en juego y revive muchas veces sentimientos negativos
que se acarrean de toda la vida, forjados en la historia de un vínculo
complejo. El mismo Freíd hace alusión muchas veces a lo largo de sus escritos a
la fuerte ambivalencia que despertó en él la figura parterna a partir de
episodios de su infancia: por un lado, desprecio, y por otro lado, temor frente
a la imagen autoritaria de ese padre – que por haberse en una ocasión orinado –
sentenció que no llegaría a nada en la vida.
Estas palabras habrían marcado en él una poderosa ambición de llegar más
lejos que su padre, fruto de su deseo de venganza. Se trata de sentimiento que
lo acompañarían en los últimos momento sdolorosos de la senilidad de su padre,
a quien atendió con dedicación, y desplegando sus deseos de burla en sueños que
aluden a “el triste desquite de que mi padre, en sus últimos días, ensuciase la
cama como un niño”.
Es importante identificar y aceptar este tipo de sentimientos que
provienen de episodios tempranos, o incluso cercanos en el tiempo, y que
resurgen en el momento de tener que ocuparse de su cuidado. Identificarlos y
aceptarlos a fin de evitar que nos lleven a actuar el rechazo y el deseo de
venganza, con su saldo de culpa y autoreproches que surgen en vida de ellos o
en el momento de su pérdida…
Sobre la Autora
Graciela Zarebski Doctora en Psicología
(Universidad de Buenos Aires), directora de la Licenciatura en
Gerontología y de la
Especialización y Maestría en Psicogerontología de la Universidad Maimónides.
Ha sido presidenta del Primer Congreso Iberoamericano de Psicogerontología
(2005). Se desempeña en el Programa de Salud para Adultos Mayores del
Ministerio de Salud del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. Es autora de Lectura
teórico-cómica de la vejez y La vejez, ¿es una caída?, ambas de editorial
(Tekné), Hacia un buen envejecer (Emecé) y El curso de la vida: diseño para
armar (Ed. Universidad Maimónides).
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